Recientes estudios científicos sugieren que escuchar música clásica puede mejorar notablemente la calidad de vida de los pacientes con enfermedades cardiovasculares. Un descubrimiento que actualiza el debate sobre la relación entre las emociones, las enfermedades, el estrés, la relajación y la salud. ¿La intuición de que el arte cura, finalmente confirmada por la ciencia?
La noticia proviene del International Journal of Clinical Medicine. La prestigiosa publicación científica se hace eco de un estudio llevado a cabo por el Ministerio de Salud de Sri Lanka. ¿Los protagonistas? 60 pacientes de entre 45 y 65 años diagnosticados con angina de pecho estable. A 30 de ellos se les entregó un CD de música clásica de 22 minutos de duración y se les indicó escucharlo 2 veces al día durante un mes como complemento de su tratamiento médico habitual. El resto de los pacientes continuó únicamente con el tratamiento médico. 30 días después, se repitió para los 60 pacientes el test realizado antes de comenzar la experiencia para evaluar, entre otros aspectos, el estado físico general, los niveles de dolor, el aspecto psicológico, el grado de interacción social y el bienestar emocional. Los resultados fueron concluyentes: el grupo de control había empeorado en todos los aspectos. El grupo de pacientes que escuchó música clásica, en cambio, obtuvo resultados superiores en hasta 20 puntos con relación al primer test. Hasta hoy, los efectos positivos de la musicoterapia sobre la salud y el bienestar general de los pacientes con diversas patologías resultaban dificiles de probar a un nivel experimental y científico. Algo que puede empezar a cambiar a partir de este estudio.
Clásica belleza.
¿A qué llamamos música clásica? Según las definiciones académicas, se considera música clásica a la música culta europea compuesta entre el siglo XVIII y los primeros años del siglo XIX. El concepto de música clásica ha ido flexibilizándose en los últimos años, aunque la distinción central permanece: la música clásica no incluye expresiones folklóricas ni música popular. Una diferencia con la que el corazón parece estar de acuerdo: un estudio realizado por la Universidad de Ohio en febrero de 2015 reveló que la música clásica tiene la capacidad de disminuir la frecuencia cardíaca y bajar la presión arterial, a diferencia de otras expresiones musicales como el rock, el jazz o el folklore, que producían el efecto inverso, es decir, aumento de la frecuencia cardíaca y los niveles de presión arterial.
De estrés, hormonas y emociones.
El efecto de las emociones sobre los procesos biológicos atrae más y más el interés de los investigadores científicos, y abre la puerta a la colaboración de la medicina tradicional con disciplinas holísticas de formas inimaginables hasta hace algunos años. Ya ni el más conservador de los académicos niega que las emociones producen cambios y alteraciones a nivel orgánico que afectan el cuerpo y todos sus procesos. El mal por excelencia de la civilización moderna, el estrés, dispara emociones que se traducen en el cuerpo. Del mismo modo, las emociones placenteras generan procesos biológicos que estimulan los procesos orgánicos. No, no podemos aún medir las emociones. Pero los efectos que producen sobre el cuerpo resultan sí innegablemente concretos, medibles y observables.
La medicina de la felicidad.
Aún queda mucho camino por recorrer. Las disciplinas holísticas aún seguirán chocando contra la exigencia científica de pruebas empíricas. Pero mientras algunas corrientes aún exigen datos concretos que permitan medir y pesar la felicidad, son muchos los que apuestan a ella para complementar los tratamientos de sus pacientes. La Fundación Española del Corazón, por ejemplo, ya se basa en los nuevos estudios para prescribir a sus pacientes que escuchen música clásica 2 veces por día, como si de una píldora más se tratase. La Doctora Regina Dalmau, especialista de la Fundación, lo explica con la mayor claridad: ¨Demostrar los efectos biológicos de la musicoterapia a nivel experimental puede resultar difícil, y siempre habrá alguien que ponga en duda la metodología de estos estudios. Pero lo que está claro es que la música, al que le gusta, le produce placer y emociones positivas y eso se traduce en mejoría de la calidad de vida¨. Ni más ni menos.
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