El decálogo de un buen sistema inmune
Con los cambios extremos de clima, las preocupaciones y el ritmo de vida agitado al que estamos acostumbrados, es común que el organismo se debilite y nos enfermemos con mayor facilidad. Para elevar nuestras defensas naturales al máximo, existen varias medidas que podemos adoptar en nuestra vida cotidiana.
Cuando nos resfriamos o experimentamos un estado gripal, solemos echarle la culpa a que “me bajaron las defensas por el estrés y el cambio de clima”. Y estamos en lo cierto. Día a día estamos expuestos a diferentes bacterias y virus que causan todo tipo de enfermedades. Nuestro cuerpo cuenta con una suerte de “barrera protectora”: el sistema inmunológico. La fortaleza del mismo depende de varios factores:
– Estilo de vida
– Estado emocional
– Medio ambiente
– El propio organismo de la persona
Por eso, es importante incorporar a nuestra vida hábitos que incrementen su calidad, elevando las defensas naturales y, logrando así, una mayor protección frente a las enfermedades.
El decálogo de un buen sistema inmunológico
1. Dormir bien: la mejor forma natural de combatir los estados de estrés es mediante el sueño, porque nos ayuda a recuperar el equilibrio físico y mental necesarios para un sistema inmunológico fuerte. De acuerdo al profesor de Psicología suizo Manfred Schedlowski, “la gente a menudo tiende a subestimar el buen dormir, por eso descansa menos que lo que se necesita de acuerdo al ritmo de vida actual”.
2. No al café: aunque existen teorías que aseguran que consumir esta bebida tiene propiedades antioxidantes, lo cierto es que la cafeína contribuye a la deshidratación corporal, como así también a la reducción de las proteínas y minerales del cuerpo. Además, provoca estados de ansiedad, hiperactividad e insomnio, lo cual altera el sistema inmune. Si no podemos cortar con nuestro hábito de tomar varias tazas de café por día, lo mejor es sustituirlo por variedades descafeínadas.
3. Sí al limón: esta fruta ayuda a que el cuerpo mantenga un balance alcalino interno, promoviendo el desarrollo de bacterias “buenas” previniendo la proliferación de virus y bacterias perjudiciales para la salud. ¿Cómo ingerirlo? Recién exprimido y mezclado con un poco de agua tibia por la mañana. También se puede emplear el jugo de este cítrico para aderezar ensaladas y agregar a las infusiones.
4. Frutas y vegetales a toda hora: estos alimentos son una fuente de vitaminas A y C, lo cual refuerza el sistema inmunológico. Según el investigador Charles Stephensen, perteneciente al Centro de Investigación de la Nutrición, de la Universidad de California, Estados Unidos, para contar con cantidades adecuadas de estos nutrientes en el organismo, debemos llenar dos tercios de nuestro plato diario con vegetales y frutas, cuanto más coloridos sean, mejor.
5. Alimentos ricos en proteínas: los aminoácidos presentes en la proteína son los encargados de construir los bloques celulares en el organismo, incluyendo las células que activan el sistema inmune. Cuando no se consumen suficientes cantidades de proteínas, el cuerpo genera menos glóbulos blancos frente a agentes infecciosos. Incorporar a la alimentación diaria pescado, frutos de mar, huevo, lentejas y productos a base de soja.
6. Cuerpo en movimiento: el sobrepeso y/o los niveles elevados de colesterol y triglicéridos en la sangre, impiden que el sistema inmunológico funcione correctamente. El doctor y profesor de medicina Gabriel Fernández, de la Universidad perteneciente al Centro de Ciencia Médica de Texas, Estados Unidos, explica que la clave de un estado físico óptimo es una dieta equilibrada acompañada de ejercicio físico. Lo ideal es empezar con 30 minutos diarios de caminata, y elevar la frecuencia hasta 60 minutos diarios.
7. La hora del té: el té verde es rico en un tipo de antioxidante llamado catequina, que previene el envejecimiento y, además, contribuye a elevar las defensas del organismo. Diversas investigaciones demuestran que los japoneses presentan una de las tazas mundiales más altas de fumadores, sin embargo, también cuentan con la menor cantidad de afecciones pulmonares. ¿El secreto? Beben, por lo menos, seis tazas diarias de esta infusión. Se aconseja dejar la bolsita de té, por lo menos tres minutos en el agua caliente, para que sus propiedades se potencien.
8. Basta de “matarse” de hambre: vivimos sometiéndonos a dietas y contando las calorías para perder esos kilos demás. Grave error. Los recientes estudios científicos, demuestran que quienes siguen regímenes alimenticios sumamente restrictivos, comen menos de lo que deberían según su edad y contextura física y tienen deficiencia de ciertos nutrientes, además de tener mayor predisposición a enfermarse, ya que el sistema inmunológico fabrica menos cantidad de linfocitos T.
9. Piel sana: una dermis seca y resquebrajada es la puerta de entrada para agentes patógenos de todo tipo. Por esta razón, es importante eliminar del uso diario productos de tocador agresivos, tales como, geles de ducha y jabones a base de alcohol; también es necesario dejar de lado los baños con agua demasiado caliente y prolongados. Si nuestra piel está muy seca, no usar lociones corporales que se absorben con rapidez, ya que esto significa que son poco grasas y ricas en alcohol, lo cual agravará la sequedad.
10. Cero azúcar: si queremos elevar nuestras defensas, el mejor camino es dejar de consumir en exceso azúcares refinados. La glucosa y la vitamina C tienen estructuras químicas similares; cuando los niveles de azúcar en la sangre se elevan, ambos componentes compiten por ingresar a las células. Cuando hay un exceso de glucosa, habrá un ingreso mayor de ésta y menor de vitamina C, lo cual debilitará el sistema inmune. Si queremos endulzar algo, recurrir a endulzantes naturales como la stevia.
¿Qué más refuerza nuestras defensas?
Conectarnos con nosotros mismos: en medio de la vorágine del día a día, es importante tener un tiempo que sea sólo nuestro. Tomar un baño de inmersión o acondicionar un rincón del hogar que sea únicamente para nosotros y donde podamos pasar media hora solos.
Al aire libre: en invierno, es importante no dejar de hacer actividades al aire libre, ya sea caminar o andar en bicicleta.
Tener amigos: está comprobado científicamente que quienes poseen amigos se enferman menos, ya que cuentan con una red de afecto y contención.
Reírse: incrementa la cantidad de anticuerpos contra infecciones. Además, reduce la tensión muscular y la presión sanguínea.
Oscuridad total: mientras dormimos, para que el cuerpo produzca melatonina, que es una hormona que previene ciertas afecciones.
Ser positivos: nuestro estado de ánimo influye en nuestro sistema inmunológico. Un estudio llevado a cabo por la clínica americana Mayo, estudió a un grupo de personas y reveló que quienes eran optimistas en su juventud vivieron 12 años más que quienes no lo eran.
Bajar el volumen: quienes están expuestos crónicamente a un ruido desmedido, presentan un aumento en los niveles de colesterol y de presión sanguínea, como así también desequilibrios del sistema inmunológico. Emplear auriculares y escuchar música en bajo volumen.
Aromaterapia: algunos aceites esenciales como lavanda, tea tree, limón, eucaliptus o canela refuerzan las defensas naturales. Colocar algunas gotas en un hornillo y aromatizar todos los ambientes de la casa.
¿Qué nos pasa durante los cambios de clima?
– Cuánta más elevada es la temperatura, más expuestos estamos a alergias o enfermedades como el dengue.
– Gracias a los cambios bruscos de clima, los inviernos se vuelven cada vez más crudos, favoreciendo la proliferación de gripes y resfríos cada vez más persistentes.
– Estos factores hacen que las personas se vuelvan más temerosas de contraer enfermedades, pudiendo llevar al aislamiento y a resultados contraproducentes como, por ejemplo, tomar medicación en forma preventiva y provocar una reacción adversa.
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